Box Populi
Tubos y cajas de cartón recicladas, video multicanal, estéreo, 2009
Se dice que la voz del pueblo es la voz de Dios. El contundente mensaje que nos dejó esta célebre sentencia, cuyo autor no se ha logrado esclarecer, apela a la idea de que sólo cuando los pensamientos se hacen palabras, y con ellas se arman discusiones y diálogos, se logra la construcción de la realidad, la construcción del mundo en el que queremos vivir. Pero la vox populi es sólo vox dei, si antes es populi, es decir, si se ha insertado previamente en el espacio público que implican el diálogo y la discusión. No es posible que un pensamiento individual, por iluminado que sea, se convierta en voz divina sin pasar por lo público. Hace tiempo la voz del pueblo dejó de ser así. Ya nada tiene que ver con los consensos ni las reflexiones, se aproxima más a los odios masivos, las arengas y los ruidos de pasillo. Dejó de ser una construcción colectiva y ahora es parte de la realidad en su estado más básico, el de la subsistencia. Box populi, es un universo de cajas de cartón, de barreras ‘naturales’ que impiden hacer una construcción colectiva. Es un edificio de individualidades incapaces de ver más allá de sus propias vidas e inclusive de imaginar una por fuera de los parámetros que la sociedad establece. Madeja y maraña; maraña y madeja de voces que no se tocan, pero que como vemos, ocupan el mismo espacio y se interceptan. Es la pregunta constante por nuestro papel como observadores, pero ante todo como constructores de ese mundo en el que queremos vivir.
Texto por Vanessa Villegas
En colaboración con Adrián Villa Dávila.